martes, 20 de diciembre de 2011

Diez razones por las que recuerdo Estrella de Mar



No sé bien qué de peculiar tiene este disco respecto a otros. Ya no del mismo grupo si no en sentido general. Por qué lo elijo ahora. Quizás miento. Sí sé que tiene de especial. Ya había escuchado a Amaral antes, pero este cd fue el despertar de este grupo para mí. No recuerdo con exactitud qué edad tenía, sólo sé que me quedé fascinada al oírlo. Fue el mejor regalo que podía esperar. A día de hoy, sigo pensando que es uno de los mejores regalos que he recibido.

1. Por más que quisiera no podría olvidar la peculiaridad de esas canciones que para mí empezaron a conformar todo un universo propio. Tanto en forma como en contenido. Claro está que todas no son igual de especiales pero ahí están. Para lo bueno y para lo malo. Soy de ese tipo de personas que piensa que un cd no puede ser redondo completamente ya que entonces estaría todo dicho.

2.Algo que no puede pasarse por alto en este trabajo de Amaral es, por supuesto, su pista número 2. No me refiero a las canciones más conocidas del disco Sin ti no soy nada o Te necesito. Tampoco me refiero a Toda la noche en la calle. Este punto va dedicado a Moriría por vos. Una canción que no me canso de oír. En invierno, en primavera, de día, de noche. Es preciosa a cualquier hora. Tan íntima y directa. Sin duda, uno de los mejores temas de la banda zaragozana en toda su carrera.

3.Parte del éxito de este cd creo que reside en la variante de ritmos. Incluso podría decirse que el disco va experimentando una huida desde el plano más comercial que suponen las primeras pistas a lo más experimental que llega a sus cotas más altas con el último track En sólo un segundo. Lejos de parecer un final forzado, me parece un final de cd bien elaborado y correcto.

4. Me gusta recordar este cd porque al margen de la temática del amor también se encuentran otras canciones que ponen de manifiesto el aspecto más filosófico de la banda. Canciones como Salir corriendo o Rosa de la Paz suponen un punto álgido en la estructura del disco. Son canciones que incitan a la reflexión y que tienen una melodía inquebrantable y melancólica. Lo mejor es que pasa el tiempo y sigues experimentando lo mismo que la primera vez que lo escuchaste.

5. Una canción da título al disco y esa canción vista desde una perspectiva retardada parece ser la base de la que más tarde grupos como Pastora partirían. Una canción arriesgada y entregada porque no se parece a los grandes éxitos de Amaral.Y, además, porque al reproducirse puedes sumergirte en un mar. En el que quieras, hay tantos...

6. El libreto de este disco. Eso es, es parte esencial del trabajo. El cuadernillo es sencillo a la vez que reflexivo y único. Es como si Amaral nos diera una historia enlatada en esas páginas. Lo ha hecho otras veces pero no tan bien como en ésta.

7. Por ese gran olvidado Rey Gudú que es Juan Aguirre. Porque Amaral es algo más que Eva Amaral. Por lo menos en la portada de este trabajo aparecen los dos integrantes del grupo.

8. Todo el mundo tiende a recordar los discos por el nombre o bien, por la canción más conocida. En este proceso, quedan irremediablemente olvidadas y no escuchadas canciones tan válidas como las que las productoras sacan en primera instancia. Es más me atrevería a decir que en estas canciones que se quedan olvidadas residen las mejores perlas. Esto no es una excepción en Amaral, canciones como De la noche a la mañana, que en una primera escucha puede parecer simple y burda tiene un sonido muy peculiar y pegadizo. Conserva un sonido y una letra que deja ver a Amaral en estado puro.

"Todos los besos que doy llevan tu nombre y tu marca, que de flor en flor pasa malherida, enamorada".

9.Por otra de la canciones que no pasarán a la historia de Amaral. Quedarán en el recuerdo de los que exprimimos sus cds al máximo, gota a gota. Esa canción a la que hay que sacar jugo es El centro de mis ojos. Una de las piezas con más ritmo, de donde empieza a emanar el verdadero torrente de voz que hoy tiene Eva. Siempre es un verdadero placer cantar algo que el resto no conoce.

10. Por todas y cada una de estas canciones que hacen que cada vez que miro hacia la estantería donde está Estrella de mar recuerde lo que significa para mí. Un disco completo, con sus virtudes y sus fallos. Pese a todo, un disco para recordar y poseer, que seguro llevaría en el equipaje de mis discos preferidos.

"Quiero besarte, tengo miedo a despertarte, entro en tu sueño y te grito desde lejos que te quiero. En sólo un segundo, he comprendido lo que importa y lo que no..."

María José Gata

La aventura del tocador de señoras


Con este controvertido título, a la vez que sarcástico, Eduardo Mendoza nos mete de lleno en la historia del innombrable personaje que ya dio vida en El misterio de la cripta embrujada (1978) y retomó con El laberinto de las aceitunas (1982). En esta ocasión, y una vez más, el enigmático protagonista se verá involucrado en una trama de asesinato y embrollos entre familiares y socios de empresa. Una parodia a lo género policiaco llevada hasta el absurdo.

Barcelona, ya bien entrada la década de los noventa, ha cambiado mucho desde la primera vez que salió del internamiento para resolver el caso de una niña desaparecida. El protagonista, ante el cierre inminente del manicomio, se ve en la calle con lo único que lleva puesto y sin más personas a quien recurrir que a su hermana Cándida. Sin embargo, conseguirá un precario empleo de peluquero que le mantendrá ocupado. Un tocador de señoras que será el inicio de las más variopintas relaciones con unos personajes de lo más singular.

Con un tono ácido, incorrupto y sencillo, Mendoza nos cuenta la historia como quien la está viendo ante la gran pantalla. Un sentido del humor propio de títulos como Sin noticias de Gurb (1991) que eleva a la crítica de una sociedad para la que no está hecha la gente sencilla como el protagonista. Un mundo en el que los intereses personales, los líos amorosos y las tramas de dinero sucio engullen a los trabajadores cotidianos.

La espontaneidad y la vivacidad del relato van entretejiendo todo un complot del que tendrá que salir airoso y resolver nuestro héroe. Sin embargo, la vitalidad de la historia se ve trastocada con un final, a juicio personal, poco convincente y acelerado, en el que el desenlace transcurre con una rapidez de página doble. Igual de sencillo que su lectura. Quizás es la misma sensación que me dejó la lectura de los otros dos títulos que componen la saga, aunque sin llegar a superar lo fantástico de ciencia-ficción de La ciudad de los prodigios (1986). Sin duda, La verdad sobre el caso Savolta (1975) es la obra más redonda y mejor escrita del autor catalán.

Juanjo Sánchez

sábado, 17 de diciembre de 2011

Fortaleza

Soñaba con aires de grandeza mientras contemplaba el paisaje. Sentado en los restos de una muralla que había defendido la fortaleza en antaño, ordenaba lo acontecido en las últimas semanas.

Caía la tarde y el viento daba un poco de tregua al caluroso día de verano. Pero era un verano distinto. A pocos metros una pareja de novios cruzaba un escalón de la vida en una iglesia cercana. Resulta increíble cómo unos pocos segundos son suficientes para que cambie por completo una vida, una rutina.

Mientras, él contemplaba los grandes caserones ilustres, templos de culto, templos de ocio. Caía la tarde. Sentía la brisa. Por momentos desconectaba y volaba. Volaba dejándose llevar por la nostalgia de largas tardes y noches, de esas en las que el reloj completa su ciclo de forma acelerada. De esas en las que uno piensa que ojalá pare el mundo por un momento para que tú no te vayas. Para no tener que marcharse.

Pensaba en cómo un resurgir inesperado se había cruzado en su camino. En la importancia de los momentos. En el gran significado de lo más ínfimo, de lo que pasa desapercibido. Apostó por dar gracias por cada momento vivido, resucitó por lo que falta por vivir.

Imaginaba. Pensaba. Soñaba. Temía caer al vacío, pero ella lo tenía bien abrazado.

Juanjo Sánchez

jueves, 15 de diciembre de 2011

El porqué de las cosas


Hoy, que descubro sorprendida la telepatía de dos seres humanos cuando veo el mismo título de un relato mío en la entrada de un blog conocido, me pregunto el porqué de las cosas. Qué hace que sucedan así. Y quizá esas y otras muchas cosas eran las que pasaban por la cabeza de Quim Monzó para escribir un libro tan sagaz.

A simple vista parece un libro de relatos más, que se consumen y se olvidan. Cuando se leen parte de la primera impresión se cumple, pero hay una parte que surge mucho más poderosa. Esa parte es la que te obliga al filo del sueño, en el camino a casa en el autobús, si tienes dos minutos antes de salir de casa o en cualquier otra ocasión a coger el libro porque necesitas volver a ver que hay algo más que te puede sorprender hoy. El porqué de las cosas es un libro sano, directo y para digerir lentamente. Nada de prisas porque no hay un final mejor que descubrir dos páginas más allá que no hacen falta ornamentos ni tochos de mil páginas para descubrir grandes verdades.

El porqué de las cosas es un libro que interesa porque cuenta cosas que nos preocupan. En esas páginas están enterradas las preocupaciones, los miedos, los estereotipos, las envidias y tantas muchas otras cosas humanas de las que no nos podemos desprender por más que queramos. Una buena lectura para cuando uno no tiene mucho tiempo o ha tenido una etapa de abstinencia para con las letras.

A la vez que me intereso por este autor localizo una página que tiene otra percepción. Ahí la dejo. Espero que no sea verdad. Aunque no sería la primera vez que veo plagios en prensa que no han tenido ni la delicadeza de buscar en otra lengua.

http://www.plagiosdequimmonzo.com/


María José Gata

jueves, 13 de octubre de 2011

Retrato de cordialidad

- ¡No, no y no! – tronó por todo el pueblo despertando a los vecinos.

La campaña electoral se había vuelto muy dura, desde el principio comprendí que el haberme metido de lleno en la política iba a acabar conmigo. Todo comenzó tres semanas antes de las elecciones cuando, tras haber sido designado como candidato, las cosas no empezaron del todo bien. Se pegaron los primeros carteles con mi cara, o al menos eso era lo que yo pensaba, porque ni siquiera mi mujer me había reconocido.

- …gensanta, Rufino… ¡Ni de joven te parecerías! – espetó tras un largo silencio mientras los tres tontos (mi mujer, mi hijo con la boca abierta y yo) mirábamos hacia arriba en el panel de los carteles electorales.

El apoyo por parte del partido no había sido demasiado complicado, el resto del pueblo estaba tan quemado de los políticos que nadie se prestaba a un cargo. De hecho, cuando me acerqué a la sede y postulé mi idea para ser candidato cerraron las puertas con llave y lloraron de emoción mientras me daban palmaditas en la espalda. Ahí comprendí que algo iba a pintar mal.

Me recomendaron que lo mejor para entablar afinidad con mis vecinos era intentar acercarme a ellos. Yo, Rufino, la persona más rara del mundo. Rufino, quien quitó el timbre de la puerta para que no le molestaran ni los carteros. Tuve que hacer frente a expandirme hacia los demás, a ser el más sociable, educado y dicharachero de todos los candidatos. No era nada fácil.

Sentado en el inodoro me hice una lista de los lugares por donde debería pasar para darme a conocer como quien no quiere la cosa. Allí apunté todos: la esquina del bar de Narciso -lugar de peregrinación de los más sabios y catedráticos-, la plaza del pueblo –tertulia de materia internacional- y el parque –congregación de padres y madres-. Además, toda una ristra de frases por las que comenzar una conversación con la que ir encauzando el mitin informal. Desde el “oye Fulanito, ¿tu padre cuánto hace que murió?” hasta el “como siga lloviendo no vamos a poder echar el nitrato”. A partir de ahí todo sería coser y cantar.

Recibí del partido una guía fácil y rápida sobre consejos para ser un buen candidato, fui señalando los que más me gustaron y que yo creo que se adaptaban mejor a mi entorno, todo era cuestión de irlas metiendo en la conversación:

- “Empieza a hablar con tono cordial y, cuando se trate de algo problemático o de especial interés, muéstrate en contra de ello y eleva el tono de voz para reafirmarte”. Ésta era muy buena, el problema es que a veces me olvidaba y empezaba gritando el buenas tardes.

- “Promete todo lo que puedas, que luego ya si eso ya… ejemplos: polideportivo, mobiliario para las calles, paseo marítimo…” El polideportivo ya estaba hecho, pero bueno, sería cuestión de prometer uno nuevo, con más luces, con más balones, en un nuevo sitio o, si hacía falta, encima del que ya hay; los mobiliarios para las calles habían sido puestos hacía unas semanas por el último partido con tal de contentar a los vecinos pero, si hacía falta prometería cambiarlos de nuevo por otros más bonitos; y lo del paseo marítimo, quizás debería ir prometiendo primero el mar y luego ya veremos según el presupuesto que nos quede.

- “No olvides de la importancia del voto de los jóvenes, las mujeres y las personas mayores, de sobra es conocido que mueven masas”. Para codearme con los jóvenes empecé a comprar ropa juvenil, adopté un lenguaje pseudo-adolescente y me moví entre los botellones buscando complicidad. Quizás si hubiera tenido aquellas drogas tan raras que pensaban que vendía me hubiera sido más útil. Para las mujeres acudí al barato y me paraba en los puestos de ropa interior, el problema es que me ponía muy nervioso ante tanta mirada perpleja y sutil de las féminas de mi alrededor, sobre todo cuando disimulaba hurgando entre braguitas y sostenes, por lo que huían de mí con sólo decir perdone. Con las personas mayores fue lo más complicado, es difícil cambiarle las ideas a alguien que tiene tanta experiencia y unos ideales encerrados con llave.

Lo más negativo de todo era intentar debatir los aspectos del pueblo con los propios vecinos, sobre todo aquellas cosas que yo mismo sabía que se habían realizado correctamente pero que, por necesidad y obligación, yo debía posicionarme en el punto contrario. Conforme pasaban los días me despertaba a altas horas de la madrugada empapado en sudor, gritando ¡sosmentira! y dando alaridos incomprensibles como un poseso. Por las mañanas era peor, en el desayuno ensayaba las charlas y los mítines que iba a repartir sin ton ni son durante el resto del día. Mi mujer y mi hijo se negaron al segundo día a ser supuestos votantes, por lo que tenía que practicar hablándole a las fotografías, al paragüero, a la mesita de noche, a la pata del jamón,…

- ¡Mamá, mamá! ¿Qué le pasa a papá?

- Que está más quemao que el mapa de Bonanza…

La jornada de reflexión y el día de la votación estuve en un profundo shock. No pude ni siquiera salir a ejercer mi derecho al voto. La verdad es que no pude salir ni siquiera del cuarto de baño. La larga espera no se hizo de rogar y, en los resultados que se conocieron ya muy adentrada la madrugada, me otorgaron la elección como alcalde por una amplia mayoría. Lo que pasó luego, ya lo saben desde el principio.

Juanjo Sánchez

lunes, 23 de mayo de 2011

La otra mirada de Arbide

Hay personas que por defecto tienden a almacenar todo lo que para ellos ha tenido un significado. Desde algunas palabras sueltas en trozos de papel hasta aquél regalo tan ínfimo pero valorado que nos concedió una mano inocente. Quizás pensamos que el hecho de guardar provocará una emoción en un futuro quizás no muy lejano, una utilidad, un entretenimiento en esas tardes vacías y perdidas del verano o un algo que enseñar a nuestros descendientes. Es posible que eso fuera lo que le ocurriera al polifacético Joaquín Arbide (periodista, actor, director de teatro, escritor, director de cine,…). Desde sus años mozos, la época de la Tetuán en sus últimos coletazos españoles, hasta bien entrada la democracia, Arbide presentaba maneras de escritor. Relatos, impresiones, anécdotas, pre-guiones cinematográficos, ideas de posibles best sellers,... Todo lo que salía de la estilográfica del autor pacense de nacimiento quedó guardado en carpetas que permanecieron en el olvido. En aquél cajón que se prohibe abrir, la repisa que no aguanta más libros, viejos y encantados escondrijos en armarios empotrados,… aquellos lugares donde se almacena lo que no nos es útil para el momento, allí estaban las carpetas. Esos papeles que salen a la luz para pintar la habitación. Así se reencontró Arbide con su pequeño tesoro. De la estilográfica a la brocha gorda. Del pequeño retal de papel al añejo trozo escrito.

Han pasado muchos años hasta llegar a decir que “me avergüenzo de lo mal que escribía”. Sin embargo, todo quedó recopilado en el último libro de Joaquín Arbide, La otra mirada. Esa mirada de la veteranía, la sabiduría y el buen hacer que atañe a quien disfruta de los setenta años enfrentada con la visión del joven que prevé comerse el mundo, pero que en el fondo se sigue emocionando de la misma manera cuando Joaquín Durán (director de Canal Sur Radio) lee por sorpresa una crónica cofrade de su hermano de nombre.

Un Arbide que no duda en romper a contar experiencias, a dar consejos, a reir. Que aún queda mucha guerra por dar. Que cualquier tiempo sevillano pasado siempre fue mejor. Que Joaquín Durán y José María Toro (Guadalturia Ediciones) merecen un mayor protagonismo que el último libro que la editorial publica. Un libro recopilado con retales que, al fin y al cabo, son trozos de toda una vida.

Texto y fotos: Juanjo Sánchez

martes, 5 de abril de 2011

Siete personajes en busca de acción

"El taller" Guillermo Pérez Villalta (1979)

Personajes

C. BAUDELAIRE

C. GREENBERG

D. DIDEROT

OSCAR WILDE

MARGHERITA SARFATTI

AZORÍN

JUAN POSTRADO

La acción transcurre en el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo que se encuentra dentro del Monasterio de la Cartuja de Sevilla.

ACTO PRIMERO

HABITACIÓN interior con paredes blancas y de techo alto. La sala está completamente vacía, un solo lienzo en una de las paredes, justo enfrente del acceso. El lienzo, la obra “El taller” de Guillermo Pérez Villalta.

(Todos los personajes entran lanzando una primera mirada al lienzo, mientras se van colocando uno detrás de otro. El orden de entrada coincide con sus edades. Por orden de entrada: Diderot, Baudelaire, Oscar Wilde, Azorín, Margherita Sarfatti, Greenberg y Juan Postrado.)

DIDEROT.- ¡Habrase visto semejante luminosidad!

BAUDELAIRE.- (deambulando y mirando hacia todas las esquinas del techo mientras habla) Paseando me hallo entre paredes blanqueadas cuando, una combinación de azules sin piedad, se cruzaron en mi camino. ¡Oh! Ferviente luz y naturaleza que embriagó aquél que el pincel movía siguiendo la sinuosa inspiración de un mar sereno y cálido.

OSCAR WILDE.- Ante tal grandiosidad arquitectónica cercana al mar, el hombre siempre tiene la duda acerca de la legalidad del proyecto. ¿Por qué me dejaría la ventana abierta?

AZORIN.- ¡Andaría mal parado el teatro español si el autor fuera quien actuase!

MARGHERITTA SARFATTI.- (con aire melancólico y los ojos humedecidos por la emoción) ¡Oh! ¡Mi bella Italia! Por muchos años de exilio que pasé en América, jamás podría equivocarme al ver la preciosa costa mediterránea.

GREENBERG.- (muy enfadado y alzando la voz) ¡Vaya vergüenza! ¡No sólo me traen a Europa contra mi voluntad sino que me mienten al decir que era una exposición pictórica! ¡Esto es fotografía!

JUAN POSTRADO.- ¿Cómo que le han mentido? ¡Es un Pérez Villalta! Es pintura en toda su plenitud. ¡Es posmodernismo!

DIDEROT.- Pos… ¿qué?

AZORIN.- Posmodernismo. Lo que la sociedad necesita para que avance. Debemos pensar en el futuro, en las nuevas corrientes.

OSCAR WILDE.- La ignorancia no está en quién pregunta, sino en quien se calla pensando que posee la respuesta correcta. Además, la sociedad no avanza, lo que avanza son las construcciones hacia el mar.

MARGHERITTA SARFATTI.-¡Oh! ¡Mi dolce Mediterráneo!

GREENBERG.- (interrumpe a la señorita) ¡Su dolce no! ¡Su Duce!

BAUDELAIRE.- Deberíais admirar con mayor delicadeza la sensualidad de las líneas confluyentes ante la pasividad de la temporalidad. Mi espíritu sube tres peldaños y se balancea ante un pasillo tornado de sombras y geometría ataviada de color y vivacidad. El mar es el final de nuestra vida. El camino que toda persona ha de recorrer para encontrarle sentido a nuestra presencia terrenal.

AZORIN.- Y con el mar está… ¡La muerte de Sardanápalo!

DIDEROT.- (con gafas de sol para evitar tanta luminosidad repentina) ¿Por qué pintar todo en un solo cuadro pudiéndolo hacer de forma individualizada?

MARGHERITTA SARFATTI.- Es imposible centrarnos en una sola parte. Si conocieras a fondo Europa verías que es impensable representar una única fracción de belleza cuando, en su conjunto, todo es armonioso y una melodía regulada. Esto no es más que una visión óptica ante el tiempo fugaz en el que nos ha tocado vivir.

GREENBERG.- (con burla) ¿Europa? Europa no nos ha traído nada bueno. ¡Fijaros en las dos Guerras Mundiales! Siempre hemos tenido que ser nosotros quienes encaucen vuestros movimientos.

JUAN POSTRADO.- ¡Lo reciente es la era posmoderna! ¡El futurismo ya se quedó atrás hace ochenta años! Pérez Villalta es lo que a Duchamp es a su tiempo. Pintor, arquitecto y escultor en una misma persona. Deberíais saber que en la sociedad actual lo que importa es ser polifacético. Yo mismo soy crítico, periodista y tengo mi propio blog, mi tribuna virtual.

OSCAR WILDE.- De nada te sirve tener un blog si no sabemos lo que es.

JUAN POSTRADO.- En pleno siglo XXI, la mejor forma de dar a conocer nuestra opinión es a través de internet. Gracias al mundo virtual el público puede interactuar con el creador, con el crítico y conocer todo sobre el arte. Los Salones y las revistas especializadas quedaron en el pasado, eran la única toma de contacto con el arte, sin embargo, ahora internet permite darse a conocer con mayor facilidad y a todo el mundo. ¡Hasta vosotros estáis en él!

BAUDELAIRE.- ¿Nosotros? ¿En ese inframundo? La verdadera contemplación se encuentra en los Salones, es la única forma de admirar a través de la cercanía la majestuosidad de la obra. Cualquier desvinculación con ella no es más que caer en la desidia frívola del abandono, irrumpiendo en el ego del autor. La sociedad, a fuerza de contemplar y de copiar, se olvida de sentir y de pensar.

GREENBERG.- ¿Pero cómo es posible admirar la majestuosidad de la obra si ésta impide cualquier tipo de identificación? Nuestros sentimientos sólo son expresables a través del dibujo, de la fusión de colores, de los trazos, de… ¡la abstracción pictórica! ¡Ni que me hubiera muerto hace tanto tiempo como para que no me entendieseis!

DIDEROT.- ¡Un respeto! Os equivocáis todos. Jamás será digno de admirar la obra de alguien que se limita a reproducir lo innatural obviando la intimidad de la penumbra.

AZORÍN.- Siempre estáis con lo mismo. Discutiendo acerca de algo que no tiene ni lógica ni trascendencia. Debemos elogiar el cuadro tal y como es. Disfrutar de la serenidad que el autor nos está mostrando de su querida Tarifa y compartir con él su visión de la realidad. Tenemos que aceptarlo en su esencia. No estoy dispuesto a seguir alimentando esta conversación que no nos lleva a ningún lugar. Prefiero seguir disfrutando de la exposición por mi cuenta.

(Azorín hace mutis por el foro)

ACTO SEGUNDO

BAUDELAIRE.- ¿Por dónde camina la mente del creador? Acompañando a Pérez Villalta en su hogar, el silencio roto por el mar se adentraba en los más recónditos rincones de la casa. Una luminosidad naciente se proyectaba en un techo carente de límites. Combinaciones perfectas de geometría y color se entremezclaban con una naturaleza trastocada por la inútil mano del hombre ¿Viste qué magníficas vistas del mar y la montaña? ¿Viste todo lo que ha hecho el ser humano por destruirla? Avergonzado se halla el autor detrás de la puerta, sorprendido de tal espanto tras haberlo recogido en el lienzo. ¿Dónde está el ser viviente? ¿Dónde más allá del autor espantado? En ningún lado. Su presencia ha destrozado lo que la naturaleza no podría. Yo, que soy un viejo iracundo, me siento aletargado ante una sociedad que no logro comprender.

GREENBERG.- Jamás podrás comprender esta sociedad porque nunca has vivido en ella. Lamento decirte que los valores sociales cambiaron tremendamente tras tu muerte. La grandiosidad de Europa en el arte decayó considerablemente. Ya no era Francia la gran potencia mundial. Eso quedó muy lejos, mi querido compañero. El crítico ya no debe echarse tantas flores, aunque algunos hayan escrito libros sobre ellas. No somos más que una parte dentro del engranaje del arte, pero tampoco la principal.

DIDEROT.- Francamente, tanto dinamismo me sumerge en un estado mental de enajenación. ¡Semejante osadía la del pintor! Intenta imitar la grandiosidad de Velázquez en “Las Meninas” anulando cualquier otra vida y llenando de luz una composición fría y milimetrada, hasta en el detalle más mínimo. Seguramente no habrá contemplado nunca una obra del gran maestro Chardin. Se daría cuenta de que los cinco sentidos son esenciales para la representación pictórica completa.

MARGHERITTA SARFATTI.- Es inevitable que la luminosidad sea la protagonista de la obra, sin duda, sí que ha puesto los cinco sentidos el autor y a ti te hacen falta para poder disfrutarlo al completo. El hecho de entrar en esta sala y contemplar el cuadro es como si nos hubiéramos transportado a la calidez estival. Las vistas, los colores y la alegría nos hace apreciar el encanto del buen clima. Es como si Escher hubiera sucumbido al orden y a la perfección de las matemáticas, rodeado de una viveza de colores similar a la que Dalí supo interpretar en sus composiciones más realistas. Pero aquí no nos encontramos ante una ensoñación, es la realidad más fiel de Pérez Villalta. El juego con las perspectivas y la profundidad junto a la combinación de colores no tienen nada que envidiar a lo que Van Eyck nos quiso mostrar en “El matrimonio Arnolfini”. El espejo también tiene un papel importante, no es nada sencillo que coincida con semejante certeza la composición de la cerámica del suelo.

OSCAR WILDE.- La mayor parte de significados son artificios de los críticos de arte. La preocupación del autor es la propia expresión del entorno en el que se encuentra y la venta del cuadro, muy por encima de toda la artimaña de rimbombantes valores que vosotros os inventáis. Conforme los años pasen cambiarán los atributos del cuadro o incluso se les verterán muchos más. ¿Quién no os asegura que si en cien años hablásemos con el autor se sorprendería ante la cantidad de improperios y sandeces que hemos cosechado a partir de su obra?

JUAN POSTRADO.- Cierto que el cuadro es digno de admirar pero no se adecua con las actuales exigencias de la sociedad. ¿Dónde está el contacto del espectador con la obra y el autor? Sí, muy bonito y colorido. Mucha profundidad. Pero no hay forma de interactuar con su creador. Seguramente, cuando pasen unos años y el autor haya fallecido, nos acordaremos de él pero mientras… ¿por qué no aprovechamos su experiencia? Si algo nos han traído las nuevas tecnologías, no es sólo encontrar cualquier tipo de información sino poder establecer contacto y lazos entre el artista y los receptores, poder interactuar y combinarlos con medios audiovisuales. Os sorprendería visitar un museo de arte contemporáneo en pleno siglo XXI y ver cómo se entremezclan las imágenes, tanto estáticas como en movimiento, con el sonido, la luz y el propio entorno de la obra. Jamás podréis entender el arte posmoderno porque no os ha tocado vivir en él, es imposible hablar sobre una determinada obra si no conocéis el contexto en el que se encuentra.

ACTO TERCERO

(La sala, con todos los críticos de arte se encuentra en penumbra, destacando solamente la presencia de Juan Postrado que, desde el centro de la sala se dirige directamente al público.)

JUAN POSTRADO.- ¿Qué sentido tiene que estéis todos aquí? ¿Y que esté yo discutiendo con gente a la que sólo he estudiado, que ni siquiera he conocido en persona? De nada me sirve estar aquí hablando con vosotros cuando, por mucho que me empeñe, nunca conseguiréis ver mi visión del arte. Aceptar el posmodernismo. Entenderlo. Os quedasteis anclados en una etapa concreta del pasado. Sentasteis las bases de la crítica de arte cada uno en vuestro contexto pero, mucho ha cambiado desde que los críticos eran respetados por la sociedad e incluso tenían más importancia que el propio artista. Ahora necesitáis labraros mucho mejor vuestra carrera y entender una sociedad que evoluciona a una velocidad de vértigo. Esto no es más que un sueño. Quizás una visita que me hubiera gustado compartir. Pero no es real, tangible, palpable. Es sólo fruto de mi mente abofeteada por un exceso de alcohol y grandes dosis de imaginación incontrolada.

(Se oscurece la figura de Juan Postrado)

TELÓN

Texto: Mª José Gata y Juanjo Sánchez